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Registro de autoridad

Ameghino, Carlos

  • ISAAR-AC01
  • Persona
  • Luján, Buenos Aires; 16 de junio de 1865 – 12 de abril de 1936

Ambartsumian, Víctor

  • Persona
  • 1908-1996

Fue un astrofísico soviético, fundador de la escuela de astrofísica teórica en la Unión Soviética

Amavet, Alejandro Joaquín

  • ISAAR-AA01
  • Persona
  • 1906-1974

Alejandro Joaquín Amavet (Buenos Aires, 1906 – Buenos Aires, 1974) fue una figura clave en la historia de la Educación Física en Argentina, destacándose por su papel en la profesionalización de la disciplina. Se lo reconoce como uno de los impulsores de la creación del Profesorado Superior Universitario de Educación Física en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Amavet egresó en 1928 como profesor de Educación Física del Ejército Argentino, más precisamente de la Escuela Militar de Gimnasia y Esgrima del Ejército, institución a cargo de la formación profesional de militares en la especialidad. Su destacado desempeño académico le valió el premio “Ministro de Guerra”, distinción que le permitió iniciar su carrera docente en esa misma escuela. Entre los años 1929 y 1934 se desempeñó como profesor de las asignaturas “Pedagogía de la Educación Física” e “Historia de la Educación Física” en la Escuela Militar. En el año 1933 fue nombrado delegado de la Dirección General de Tiro y Gimnasia de la Escuela ante la “Primera Conferencia Nacional de Asistencia Social”. En 1943, siendo asesor del Consejo Nacional de Educación Física, redactó el “Reglamento de Educación Física para todas las armas”. En 1944, fue designado por el Ejército Argentino para reorganizar los contenidos de la Escuela de Educación Física de esa fuerza, para lo cual gestiona y organiza el curso de “Repetidores de Educación Física” y compila una serie de trabajos bajo el título “Pedagogía de la Educación Física” junto al director Horacio Levene y al profesor Conrado Perón. Durante este período los conocimientos impartidos por el Prof. Amavet se basaban en bibliografía europea referida principalmente a los avances de la fisiología en Francia (cuyos principales exponentes fueron Lagrange, Tissie y Demeny), Italia (Angelo Mosso), y en las concepciones morales y físicas del darwinismo social de Herbert Spencer.
La educación física de orden militar se sustentaba en la formación del soldado para la defensa de la Nación, mientras que la propuesta del Dr. Romero Brest —fundador de la enseñanza de la educación física en nuestro país— se basaba en la formación del ciudadano a partir de la niñez.
A partir de 1944, Amavet inicia su labor docente fuera de la órbita del Ejército —aunque mantuvo su rango de Teniente Primero— dictando cursos sobre la Gimnasia Danesa de Niels Bukh en la Sociedad Civil “La Protectora” de La Plata.
Entre 1948 y 1951 publicó diversos artículos en la Revista Chilena de Educación Física. En julio de 1948, ya como secretario del Consejo Nacional de Educación Física de Argentina, escribió el artículo “La orientación de la Educación Física en la Universidad de La Plata y su interpretación del Plan Quinquenal”. Ese mismo año fue nombrado Director General Técnico en el Consejo Nacional de Educación Física (cargo que desempeñó hasta 1953) y publicó en el “Boletín de Educación Física” del Instituto de Educación Física de la Universidad de Chile, su artículo “Exposición acerca del Método de Bukh”, donde presentó los nuevos aportes del pedagogo danés y su vinculo con la gimnasia de Ling. En 1949 publica el folleto “Gimnasia Compensatoria en el aula”, trabajo que circuló en numerosas instituciones educativas. En 1950 escribió el volumen “Gimnasia Educativa y Juegos y Gimnasia Educativa Femenina” y redactó “Gimnasia de oficinas”.
Asimismo, a lo largo de estos años participó en diferentes congresos y conferencias, como el de Coordinación de la Enseñanza en San Juan (1948), las Segundas Lingiadas en Estocolmo, el Congreso Mundial de Educación Física (1949) y los Primeros Juegos Panamericanos de 1951.
En 1957 publica el libro “Apuntes para una Introducción al Estudio de la Educación Física”, donde fundamentó con mayor rigor filosófico, científico y académico, la necesaria formación humanista que se inicia con la creación del profesorado y su plan de estudios para la obtención del título de Profesor Superior Universitario de Educación Física que otorga la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP.
Editada por la Facultad, publicó en 1960 la obra “Reflexiones acerca de una reorientación educacional de la escuela”.
En el período 1962-1963, cursó estudios en el Museo Social Argentino obteniendo el título de Consejero Humanista Social y Licenciado en Eugenesia Integral. En 1964, la UNLP le otorga el título de Profesor Superior Universitario de Educación Física, de acuerdo con la resolución del Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades del 12 de marzo de 1954. A partir de 1965, el profesor Amavet fue miembro docente del Consejo Académico de la Facultad.
En 1972, fue designado miembro “Honoris Causa” durante el IV Congreso Argentino de Medicina del Deporte, como muestra de reconocimiento por sus aportes en el desarrollo de la Educación Física argentina. El 14 de septiembre de 1973 mediante la aplicación de la ley 17245, art. 33º, se limitaron sus funciones en las cátedras de “Introducción a la Educación Física”, “Teoría Especial de la Gimnástica” y “Seminario de Investigaciones en Educación Física”, por disposición del Delegado Interventor Dr. Ricardo Juan Gómez, poniendo así fin a su carrera como docente universitario.

Amaral, Santiago M.

  • ISAAR-SMA01
  • Persona

Secretario General de la UNLP en los años 1929 y 1930.

Álvarez, Agustín

  • ISAAR-AA02
  • Persona
  • 1857-1914

Agustín Alvarez llegó a la Universidad Nacional de La Plata de la mano de Joaquín V González. Fue el primer vicepresidente de la Universidad, además de docente donde dictó la cátedra Historia de las Instituciones en la Facultad de Derecho. Durante los diez años de fecunda labor en la Universidad, tuvo un intenso trato con intelectuales y artistas y en ese período aparecieron sus principales libros.
Nacido el 15 de julio de 1857 en el seno de una tradicional familia de Mendoza, su padre Nicolás Alvárez y su madre Matilde Suárez vieron como ese día crecía la familia que ya contaba con cinco hijos. Matilde dio a luz a gemelos, que fueron bautizados con los nombres de Agustín y Jacinto.
Todo transcurría tranquilamente hasta que en la noche 20 de marzo de 1861, un fuerte terremoto se produjo en Mendoza. La casa de los Alvarez, como tantas otras se derrumbó y murieron siete de los nueve integrantes de la familia. Milagrosamente la criada se refugió junto a los gemelos en el único lugar que quedó en pie y salvaron sus vidas. Los pequeños quedaron a cargo de otros parientes y esta experiencia marcó sus vidas e hizo que ambos tuvieran una profunda relación.
Agustín estudió en el Colegio Nacional de Mendoza y en el último año de estudio, encabezó una protesta, reclamando el mejoramiento de la enseñanza y la abolición de los castigos corporales. Esta acción casi le cuesta la expulsión del colegio. Luego de egresar viajó a Buenos Aires, e ingresó becado en el Colegio Militar. Su hermano Jacinto estudió Medicina.
Agustín partió como teniente 1º hacia el fuerte de Azul. Realizó varias campañas y expediciones militares. Luego pidió el traslado a Buenos Aires y comenzó sus estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, graduándose en abogacía con una tesis titulada “La policía: contravenciones y penas en Mendoza”. Se graduó en 1888 y el mismo año se casó con Agustina Venzano. Regresó a Mendoza para asumir el cargo de jefe de policía. Posteriormente, fue juez civil por dos años.
En 1890 dictó clases de filosofía y nociones de derecho en el Colegio Nacional. Comienza a publicar artículos en El Debate, periódico de Mendoza. Fue electo diputado nacional en representación de Mendoza, cargo que desempeñó hasta 1896. También participó como delegado a la Convención Nacional para la reforma constitucional, realizada en la provincia de Santa Fe. Como delegado universitario brindó numerosas conferencias e intervino en congresos nacionales e internacionales. Participó, además, en diversas instituciones culturales, entre las que se destaca la Sociedad Científica Argentina, en la que ocupó en 1912 el cargo de presidente.
La obra escrita de Alvarez se expresó inicialmente en el periodismo, con un estilo personal que se traslada posteriormente al conjunto de ensayos que le harían obtener el reconocimiento de sus contemporáneos. Desde la forma ensayística va a elaborar una determinada interpretación de la situación que experimenta la nación en su tránsito a la modernización. Como un exponente de la generación del 80 , su fe en la ciencia y el progreso están presentes siempre. Los alcances que tiene su confianza en la racionalidad se aprecian en el ensayo “¿Adónde vamos?” publicado en 1902.
Para Alvarez, que no alcanzaría a conocer la crisis de la idea de progreso que trajo aparejada la primera guerra mundial, no existían dudas acerca de que el conocimiento científico y técnico es el motor de una transformación sin precedentes. Agustín Alvarez había viajado a Londres. Allí fue afectado por una parálisis cerebral en 1913 y un año después, el 15 de febrero, falleció en Mar del Plata.
Son sus obras principales: South America (1894), Manual de patología política (1899), Ensayo sobre Educación (1901), La evolución del espíritu humano (1905), “La transformación de las razas de América” (1908), Historia de las Instituciones libres (1909), Breve Historia de la Provincia de Mendoza (1910), entre otras.

Álvarez Cicero, Jorge Alberto

  • Persona
  • 1952 (nacimiento) - 1976 (desaparición

Jorge Alberto Álvarez Cicero nació en Cacharí, provincia de Buenos Aires, el 4 de septiembre de 1952. En su casa, sus padres tenían una embotelladora de vino, en la que Jorge se escabullía para entretenerse durante las largas siestas de verano.
Realizó sus estudios primarios en la Escuela Nº 23 y los secundarios en el Colegio de Comercio Nº 2 “José Hernández”. Con dieciocho años, recibido de Perito Mercantil Nacional, comenzó a estudiar la carrera de Ingeniería en la Universidad del Centro, en Olavarría, donde también realizó el Servicio Militar Obligatorio.
En 1974, se radicó en La Plata, allí dividía sus tiempos entre la militancia en la JUP, el trabajo en una tintorería, y sus estudios en la FAU. Le gustaba mucho el folclore, y desde una pared de su departamento sonreía el Che.
También fue miembro de la Junta Promotora del Partido Peronista Auténtico de La Plata. Tenía 24 años, cuando el 13 de diciembre de 1976 fue secuestrado en plena vía pública.
Jorge permanece desaparecido.

Alter, Gerardo Moisés

  • Persona
  • 1946 (nacimiento) - 1973 (muerte)

Nació en La Plata el 10 de agosto de 1946. Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Industrial Nº 1 Albert Thomas, recibiéndose de Técnico en Automotores. Inició la carrera de Arquitectura y Urbanismo en 1965 y rindió materias hasta 1970.
Los viajes atravesaron su vida. En 1968 se trasladó a Cipoletti, Río Negro, donde vivía una hermana. Allí, Gerardo trabajó en un establecimiento vinculado a la industria de la construcción y trabó amistades y contactos, aunque pronto cambiaría de rumbo. En diciembre de ese año, decidió inscribirse en la Facultad de Arquitectura de Roma. Sin embargo, por cuestiones administrativas, no logró hacerlo en término y retomó sus estudios en la FAU.
Gerardo militaba activamente en el PRT-ERP, donde era conocido con el alias “El Pato”. En 1972, regresó a Río Negro y participó del “Rocazo”, una serie de manifestaciones masivas en la ciudad de General Roca contra las autoridades provinciales de facto.
En el invierno de 1973, Gerardo viajó a Uruguay -ya gobernado por la dictadura cívico-militar (1973-1985)- para participar del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, en el marco de la conformación de la Junta de Coordinación Revolucionaria en la que participaron agrupaciones de izquierda de Chile, Bolivia, Argentina y Uruguay.
Hacía poco más de un mes que vivía en Montevideo, cuando en un cruce de caminos, Gerardo y dos de sus compañeros tupamaros fueron detenidos por efectivos de las Fuerzas Armadas. Gerardo murió ese mismo día a causa de las torturas sufridas en el Batallón Florida de Infantería. Recién estrenaba sus treinta años.
Su cuerpo fue enterrado en una fosa común de un cementerio montevideano hasta que, años más tarde, su familia logró localizarlo y darle sepultura en Argentina. En octubre de 2011, la justicia uruguaya procesó a dos ex-oficiales del ejército responsables del hecho y solicitó la captura del ex jefe de la inteligencia militar del Batallón Florida, Hermes Tarigo. Ese mismo año, la República Oriental del Uruguay reconoció a Gerardo como víctima del Terrorismo de Estado en dicho país.

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